Viaje Ornitológico a FILIPINAS
8 a 25 (y 30) de marzo de
2012.
Participantes: Luís-Mario Arce, Antonio Ceballos,
José Luís Copete, Pablo Gutiérrez, Daniel López-Velasco, Miguel Rouco.
(Texto por Antonio Ceballos, Luís Mario Arce y Miguel Rouco)
CRÓNICA SEGUNDA PARTE: Isla de
Mindanao.
Philippine
Frogmouth (Batrachostomus septimus), montaña de Kitanglad. |
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14/03/2012:
Debido a que teníamos que coger un vuelo interno con destino
a Cagayán de Oro (Mindanao) a las 4:15 h. nos levantamos a las 2:30 h. para
estar a las 3:00 h. en el aeropuerto, ya que habíamos comprobado que
cualquier gestión en la país asiático, como la emisión de la tarjeta de
embarque o facturar el equipaje, llevaba su tiempo. Tras pagar otra vez las
tasas internas (200 PHP) salimos en punto para llegar a Cagayán de Oro a las
5:40 h y encontrarnos allí mismo con el guía principal de la empresa de
orniturismo que nos conduciría el resto del viaje. Venía de Cebú acompañando
a un grupo de 6 birdwatchers europeos a los que nos unimos para ir a
nuestro próximo destino, la
montaña de Kitanglad.
Tras un lento y cansino recorrido por carretera, debido a los
numerosos cortes de circulación por las obras, nos aproximamos al pie de la
montaña en un camión todoterreno, teniendo finalmente que caminar algo más
de media hora para alcanzar el que sería nuestro centro de operaciones
durante las siguientes jornadas, el
Del Monte “Lodge”
(8º09.390’N, 124º59.751E, 1.372 m.) a donde llegamos a las
10:45 h. A pesar de su denominación, el lugar era sumamente sencillo, con
una estancia abierta inferior, en donde estaban la cocina, el comedor y los
servicios, y una estancia superior que tenía unas colchonetas y sacos de
dormir en el suelo y que, a modo de gran desván sería nuestro dormitorio
comunal durante los próximos días.
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Subiendo al Del Monte lodge en
el remolque de un camión. |
Las maletas llegan a caballo, poco
después que nosotros. |
Del Monte lodge. |
Permanecimos en el “lodge” entre las 11 y las 12 h. debido a
la ocurrencia de un intenso chubasco. Durante los días que estuvimos en la
montaña de Kitanglad el tiempo fue bastante inestable, predominando los
cielos nubosos sobre los claros y con la amenaza constante de lluvia.
Después de comer, sin embargo, la tormenta amainó y realizamos un recorrido
de unos dos kilómetros encabezados por nuestro nuevo guía local, Carlito. Él
era el responsable del “lodge” Del Monte, en donde residía con su familia, y
con sus 59 años de edad acumulaba una gran experiencia en el conocimiento de
la avifauna local, muy especialmente de las costumbres de nuestro codiciado
objetivo, el águila filipina –Philipine Eagle- (Pithecophaga jefferyi).
Este primer recorrido nos permitió familiarizarnos con la variedad de
ecosistemas en la zona, que de forma sencilla podríamos sintetizar en el
siguiente esbozo: I) En las zonas con menores pendientes encontramos un
mosaico de campos de cultivo, unos activos y otros abandonados, siendo
frecuente la instalación dispersa de familias de campesinos que roturaban
las tierras aledañas a sus viviendas sembrando cultivos de
autoabastecimiento. II) En las zonas de campos abandonados y de transición
al bosque se extendía un “bosquete” muy degradado con bambúes, bananos,
helechos arborescentes y acacias. III) Finalmente, en las zonas más elevadas
y con una topografía más acusada se distribuía un bosque secundario bastante
bien conservado, con arbolado denso y ambiente umbrío, en donde la amenazada
águila filipina había encontrado su último refugio ante la bárbara
deforestación que está sufriendo el archipiélago y que era más evidente aún
en la isla de Mindanao. Ascendimos hasta los 1.535 m. (8º08.635’N,
124º58.865’E) observando varias especies típicas de las tierras montañosas,
diferentes de la avifauna propia de las tierras bajas que posteriormente
veríamos en el bosque de Picop en la parte oriental de la isla. Entre las
especies localizadas durante este primer recorrido destacaron algunas
endémicas como la Philippine Cuckoo-Dove (Macropygia phasianella)
y el Gray-hooded Sunbird (Aethopyga primigenius).
A última hora de la tarde (entre las 17:55 y las 18:35 h.),
cuando anochecía, nos apostamos en un claro situado en las inmediaciones del
“lodge”, tapizado principalmente por grandes helechos, en donde era factible
observar a la recientemente descubierta Bukidnon Woodcock (Scolopax
budkinoni). Justo a las 18:05 h escuchamos el reclamo característico de
la especie y pudimos disfrutar durante varios minutos con los vuelos de
exhibición de una pareja que parecía estar aquerenciada en la zona. También
tuvimos la oportunidad de oír y ver al Philippine Nightjar (Caprimulgus
manillensis). Finalmente, antes de irnos a cenar y descansar,
contemplamos a no más de 150 m. del “lodge” al Philippine Frogmouth (Batrachostomus
septimus), que además se encontraba criando en la zona.
15/03/2012:
Durante buena parte de la noche estuvo lloviendo con cierta
intensidad, haciendo presagiar una jornada complicada para la observación de
aves, sobre todo para las águilas filipinas, que con este ambiente suelen
permanecer posadas en un árbol y sin volar. Afortunadamente los pronósticos
no se cumplieron: de día no volvió a llover y los cielos se fueron
despejando a medida que avanzaba la mañana. Nos levantamos a las 4:30 h.
para desayunar a las 5:00 h. Antes de las 6:00 h. ya estábamos de nuevo los
seis en camino, guiados por Carlito, con el objetivo imperativo, casi
sagrado de ver alguna de las últimas 200 moneras que aún sobreviven en el
país y, por lo tanto, en el mundo. A lo largo del sendero que conduce del
“lodge” a lo alto de la montaña existen varios puntos de observación para
intentar localizar a las águilas sobre el dosel del bosque. En el transcurso
de nuestra estancia en Kitanglad dedujimos que estos puntos se reducían
prácticamente a tres. El primero estaba en un inmenso claro que permitía
observar la zona inferior de la floresta (8º08.509’N, 124º58.849’E, 1.550
m.). El segundo consistía en otro pequeño claro junto al sendero desde el
que se controlaba una extensa ladera del nivel medio del bosque. Finalmente,
el punto más elevado se encontraba en un apartadero del camino con espacio
para prospectar la parte media y alta de la ladera forestal (8º08.195’N,
124º58.250’E, 1.671 m).
En la primera parte del trayecto fuimos abriendo el apetito
con especies como Yellow-breasted Fruit-Dove (Ptilinopus
occipitalis), Montane Racquet-tail (Prioniturus montanus),
Flame-crowned Flowerpecker (Dicaeum anthonyi) y Buzzing
Flowerpecker (Dicaeum hypoleucum).
Después alcanzamos el primer punto de observación y
desplegamos nuestros telescopios para “acribillar” la ladera. Batimos sin
piedad durante mucho tiempo hasta los más recónditos rincones del dosel
forestal visible..., el águila no se “manifestaba”... Pero a punto de
rendirnos, a las 8 horas y 10 minutos de la mañana, Carlito dijo haber
hallado un ejemplar a larga distancia posado en la rama de un árbol en la
parte baja de la montaña. El hieratismo de la rapaz y la presencia de una
rama que la tapaba parcialmente nos hizo dudar al principio de que realmente
se tratara de nuestro ansiado objetivo pero, instantes después, un leve
aunque perceptible movimiento de la lejana ave disipó toda duda. Era nuestra
primera águila filipina –Philipine Eagle- (Pithecophaga jefferyi),
y la contemplábamos debatidos entre la satisfacción por haber alcanzado la
meta propuesta y
la contrariedad que produce una observación tan precaria...
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Búfalo "de montura". |
Primer punto de
observación del águila. |
Segundo punto de
observación del águila. |
Más arriba, en los siguientes puntos de observación no
conseguimos ver al pájaro de nuevo. A las 12:30 h recibimos una llamada del
grupo de birdwatchers que nos sucedía: al parecer el ejemplar que
habíamos localizado a primera hora había cambiado de árbol y se estaba
observando mejor. Raudos regresamos al primer punto de observación y
felizmente conseguimos disfrutar de mejores vistas del ave que, aunque
todavía lejana y a ratos reverberante por culpa de la atmósfera calurosa, se
mostraba entera, en una pose más natural. En esto estuvimos entre las 12:30
y 14:30 h., cuando la rapaz realizó un breve vuelo para terminar posándose
en una zona ciega para nosotros.
En el transcurso de ese rato de observación también tuvimos
la oportunidad de ver un Philippine Falconet (Microhierax
erythrogenys) a corta distancia y una Pinsker's Hawk-Eagle (Spizaetus
pinskeri) en vuelo. Con gran satisfacción regresamos al “lodge” para
ducharnos, cenar y descansar.
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Grupo después de observar el águila
filipina.
De izqda a dcha, Miguel Rouco, Dani López, Carlito, Luis Mario Arce,
José Luís Copete, Antonio Ceballos y Pablo Gutiérrez. |
16/03/2012:
Cuando brillaron las primeras luces del alba iniciamos el
ascenso hacia las zonas altas de la montaña
con el objetivo de ver algunas especies endémicas propias de
mayores altitudes como el McGregor’s Cuckoo-shrike (Coracina
mcgregori) y el Apo Sunbird (Aethopyga boltoni). Desde el
“lodge” hasta nuestro destino había una distancia de 8 km de ascenso por un
camino estrecho que se encontraba muy embarrado como consecuencia de las
lluvias de las jornadas precedentes. En el primer tramo del sendero, que
coincidía con el que realizamos el día anterior, disfrutamos de buenas
vistas de un inesperado macho adulto de Siberian Rubythroat (Luscinia
calliope) y un Japanese Sparrowhawk (Accipiter gularis).
Al pasar por el primer punto de observación del águila
comprobamos que ésta seguía posada en la rama de un árbol, a gran distancia,
en la misma zona del día anterior, pero ya no nos entretuvimos con ella
porque la jornada se adivinaba densa y fatigosa. Durante el largo camino de
ascenso anotamos especies como Montane Racquet-tail (Prioniturus
montanus), White-cheeked Bullfinch (Pyrrhula leucogenis),
un grupo de Stripe-breasted Rhabdornis (Rhabdornis inornatus)
y una Bukidnon Woodcock (Scolopax budkinoni) posada en el
propio sendero que remontó el vuelo asustada por nuestra presencia.
Finalmente alcanzamos la parte alta de la montaña (8º07.809’N, 124º57.452’E,
1.922 m.) y conseguimos ver relativamente bien las dos especies buscadas (McGregor’s
Cuckoo-shrike y Apo Sunbird).
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Parte alta de la montaña. |
No podemos negar, a estas alturas, que la contemplación de
estos dos pajarillos autóctonos, escasísimos y localizados nos ocasionara
una buena descarga de hormona “bimbera”, esa cuya secreción nos provoca tan
placenteras sensaciones a los ornitólogos y al mismo tiempo nos obliga a
seguir consumiendo más y más especies hasta hacernos caer en el abismo sin
retorno de la drogadicción pajaril. Pero hasta el más intenso regocijo
quedaría menguado si hubiera que compararlo con lo que sucedió a
continuación.
Parcialmente repuestos de la caminata por un frugal almuerzo
campero habíamos emprendido el trayecto de regreso hacia el lodge.
Caminábamos juntos, dispuestos en fila india por el sendero que, aún
tímidamente, iniciaba su descenso; sólo algunos insectos y el soplido de la
brisa perturbaban la calma del mediodía y nada hacía presentir que algo de
cierto porte fuera a moverse dentro de la densa vegetación que flanqueaba el
camino. Pero todo sucedió muy deprisa: primero un lento batir de alas del
que manó un bufido profundo, después una silueta enorme que se alejaba
dejándose entrever entre los árboles... Creo que tardamos todavía algunos
segundos en superar el pasmo inicial y en darnos de cuenta de que lo que
acabábamos de presenciar había sido el despegue de una de las míticas,
deseadas, casi veneradas por nosotros águilas come-monos, que había estado
posada casi al borde del camino a escasos metros de donde nos hallábamos.
Sin saber muy bien qué hacer empezamos a correr camino adelante, con la
esperanza de llegar a un claro que nos permitiera prospectar el valle.
Intuíamos que había sido un vuelo corto y que aún podíamos localizar al ave
si conseguíamos un buen oteadero. Lo encontramos, en efecto, un par de
cientos de metros más allá (8º08.084’N, 124º57.756’E, 1.785 m.) y,
casualmente, se hallaba ocupado por nuestros compañeros del otro grupo, los
cuales nos miraron con gran asombro al vernos bajar en tan despavorida
actitud. Tras las oportunas explicaciones, los dos grupos nos pusimos a
registrar minuciosamente con prismáticos y telescopios el dosel forestal
que teníamos enfrente. Unos pocos minutos bastaron para que el gran José
Luís Copete, astuto y sagaz como un lince ibérico cazador de conejos,
relocalizara al águila posada en la rama de un árbol, a tan corta distancia
que no la veíamos porque la esperábamos muchísimo más lejos. La enfocamos
rápido con los catalejos y continuamos observándola largo tiempo. Tanto
tiempo como permaneció allí. Al principio con el plumaje ahuecado para
protegerse de la llovizna que recién había comenzado. Después más estirada,
pero siempre estoica, impasible, sin parecer importarle en absoluto que
estuviéramos mirándola con extasiada atención. De vez en cuando se sacudía
para desprenderse de las gotas de agua que la empapaban, se rascaba, se
movía ligeramente, cambiaba de posición... Su gran tamaño, pico recio,
postura enhiesta, cresta hirsuta, cola larga y mirada perdida hacia el fondo
del valle le daban un aspecto extraño, como el de un monarca loco que,
majestuoso y extravagante al mismo tiempo, dominaba su reino desde las
alturas, con la serena confianza de saberse amo y señor absoluto de todas
las criaturas que en él habitan.
Finalmente alzó el vuelo y nosotros regresamos al campamento
llenos de júbilo por este momento en el que gozamos de la fabulosa vista, a
una distancia envidiable, de una de las especies más emblemáticas de la
avifauna mundial.
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Águila filipina. |
17/03/2012:
De nuevo desayunamos a las 5:00 h. y dedicamos la primera
hora de la mañana a buscar sin éxito al endémico y localizado Blue-capped
Wood-Kinfisher (Actenoides hombroni) en los aledaños del “lodge”. La
jornada fue muy relajada, ya que estuvimos todo el tiempo paseando
tranquilamente entre el “lodge” y los puntos de observación del águila,
destacando el avistamiento de especies como Stripe-breasted Rhabdornis
(Rhabdornis inornatus), Brown Tit-Babbler (Macronous
striaticeps), Red-eared Parrotfinch (Erythrura coloria) y
White-cheeked Bullfinch (Pyrrhula leucogenis). Por la
tarde-noche de nuevo visitamos el claro del bosque en donde tres días antes
habíamos visto a las Bukidnon Woodcock, consiguiendo en esta ocasión
ver hasta tres becadas al mismo tiempo. Después de cenar nos retiramos a
descansar, ya que al día siguiente nos esperaba un largo desplazamiento por
carretera hasta el bosque de Picop en la parte oriental de la isla.
18/03/2012:
A primera hora de la mañana, antes de partir del “lodge”,
hicimos un nuevo e infructuoso intento para ver al Blue-capped Wood-Kingfisher
entre las 6:00 y las 6:30 h. Tras despedirnos de Carlito y su familia
descendimos un par de kilómetros andando al lugar en donde de nuevo nos
esperaba el camión todoterreno que nos llevaría a la carretera principal.
Una vez allí nos montamos en dos furgonetas para desplazarnos a la localidad
de
Bislig,
a donde llegamos once horas y media después, pasadas las 19:00 h.
alojándonos en el Paper Country Hotel (8º11.123’N, 126º21.576’E, 23 m.).
Durante toda la jornada los cielos permanecieron muy
nublados, siendo frecuente la ocurrencia de intensos chubascos. El viaje nos
permitió comprobar la situación de atraso y miseria en las que viven los
habitantes de Mindanao, ya que infraestructuras mínimas como una carretera
en buen estado brillaban por su ausencia y la inmensa mayoría de la gente
vivía en precarias cabañas de madera, en muchos casos hacinadas junto a la
propia carretera. Apenas vimos coches circular y las personas se desplazaban
en bicicletas y motocicletas. También pudimos evidenciar las consecuencias
del gran proceso deforestación que asola la isla y que amenaza a corto plazo
a su rica y endémica avifauna, ahora recluida en espacios cada vez más
reducidos.
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Cabaña, cerca de Cagayán
de Oro. |
Iglesia católica (con
cartel en tagalo, idioma que comparte bastante palabras con el
español). |
Por la noche, mientras cenábamos en el hotel, se nos presentó
el guía local Zardo, quien nos acompañaría durante nuestras correrías por el
bosque de Picop. Zardo resultó ser un excelente guía con una asombrosa
habilidad para localizar las distintas especies de aves por su reclamo. Nos
pareció una persona muy profesional y entregada a su trabajo y gracias a él
disfrutamos de la observación de aves realmente singulares durante las
jornadas que compartió con nosotros.
19/03/2012:
Desayunamos muy temprano, a las 3:45 h., ya que desde Bislig
a Picop nos separaban dos horas de camino. Como ocurriera en Kitanglad, el
bosque de Picop parecía una pequeña isla forestal en medio de un paisaje
arrasado por la deforestación. Durante nuestros desplazamientos por la zona
nos cruzamos con numerosos camiones que transportaban árboles talados y era
frecuente escuchar el ruido de fondo de las motosierras mientras paseábamos
por la ya reducida floresta en busca de pájaros. Diseminadas aquí y allá nos
topábamos con familias que vivían en cabañas de madera y roturaban la zona
forestal aledaña a la casa para practicar una agricultura de supervivencia.
Poco después del amanecer alcanzamos el bosque
Picop
(8º15.874’N, 126º11.739’E, 147 m.) y recorrimos parte del
mismo entre las 6:45 h. y las 11:30 h. con la observación de especies como:
Barred Honey- buzzard (Pernis celebensis), Philippine
Drongo-Cuckoo (Surniculus velutinus), Black-faced Coucal (Centropus
melanops), Philippine Trogon (Harpactes ardens), Rufous
Paradise-Flycatcher (Terpsiphone cinnamomea), Rufous Hornbill
(Buceros hydrocorax), Writhed Hornbill (Aceros
leucocephalus), Stripe-headed Rhabdornis (Rhabdornis
mystacalis), Pygmy Babbler (Stachyris/Sterrhoptilus plateni),
Black-headed Tailorbird (Orthotomus nigriceps) y Naked-faced
Spiderhunter (Arachnothera clarae).
Comimos en el campo y a continuación nos desplazamos unos
kilómetros para ver al Southern Silvery Kingfisher (Alcedo
argentata) en una pequeña charca situada junto al camino (8º14.791N,
126º14.244’E, 116 m.), en donde también tuvimos la ocasión de observar al
endémico Plain Bush-hem (Amaurornis olivaceus). Por la tarde
nos desplazamos al
aeródromo de Bislig
(8º11.810’N, 126º19.552’E, 15 m.) para prospectar los
paisajes abiertos de sus alrededores, constituido por prados, campos de
arroz, marjales y canales y pequeñas lagunas con carrizo, teniendo la
oportunidad de anotar especies como Black Bittern (Dupetor
flavicollis), Philippine Duck (Anas luzonica) y
Eastern Marsh-Harrier (Circus spilonotus). Una intensa lluvia a
las 17:00 h. provocó que interrumpiéramos bruscamente la jornada y nos
retiráramos al hotel.
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Vehículo de transporte,
llegando al bosque de Picop. |
Vegetación secundaria.
Picop. |
Aeródromo de Bislig. |
20/03/2012:
Tras desayunar a las 4:00 h. de nuevo nos desplazamos al
bosque de Picop.
A las 6:00 h. iniciamos la prospección de un nuevo tramo del bosque
secundario situado 7 km. al noroeste del punto del día anterior (8º18.445’N,
126º08.768’E, 222 m.). Nada más llegar tuvimos la fortuna de encontrar un
pequeño grupo de Mindanao Wattled Broadbill (Sarcophanops steerii)
junto a la pista, descubriendo además un nido de la especie. Posteriormente,
gracias a una larga búsqueda y, sobre todo, al admirable tesón de Zardo, nos
maravillamos con el excelente avistamiento de al menos tres Celestial
Monarch (Hypothymis coelestis), entre los cuales destacaba un
macho adulto luciendo su espectacular plumaje azul. Otras especies
singulares y de notable interés, vistas durante la jornada matutina en el
bosque, fueron: (Steere's) Azure-breasted Pitta (Pitta steerii),
Black-bibbed Cuckoo-shrike (Coracina mindanensis),
Philippine Leafbird (Chloropsis flavipennis), Streaked Ground-Babbler
(Ptilocichla mindanensis), Little Slaty Flycatcher (Ficedula
basilanica), Short-crested Monarch (Hypothymis helenae) y
Naked-faced Spiderhunter (Arachnothera clarae).
De nuevo regresamos a primera de la tarde al
aeródromo de Bislig
en donde permanecimos entre las 16:00 y 18:00 h. sumando
varias especies de interés como Javan Pond-Heron (Ardeola speciosa),
Philippine Duck (Anas luzonica), Blue-breasted Quail (Coturnix
chinensis), Watercock (Gallicrex cinerea), Greater
Painted-snipe (Rostratula benghalensis), Swinhoe's Snipe (Gallinago
megala), y Pied Bushchat (Saxicola caprata).
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Bosque de Picop. |
21/03/2012:
De nuevo tuvimos que madrugar (desayuno a las 4:00 h.) ya que
debíamos dedicar gran parte de la jornada a viajar a Cebú y antes queríamos
aprovechar las primeras horas del día para volver a visitar el tramo de
bosque que recorrimos el primer día en
Picop.
De camino realizamos una fructífera parada, ya que tuvimos la oportunidad de
ver bastante bien especies como Black-chinned Fruit-Dove (Ptilinopus
leclancheri), Guaibero (Bolbopsittacus lunulatus),
Rufous-lored Kingfisher (Halcyon winchelli) o el Rufous-fronted
Tailorbird (Orthotomus frontalis). Ya en el lugar del primer día
vimos también Blue-crowned Racquet-tail (Prioniturus discurus),
Philippine Drongo-Cuckoo (Surniculus velutinus), Philippine
Oriole (Oriolus steerii) y una Red-bellied Pitta (Pitta
erythrogaster) en el interior del bosque.
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Picop. Zona de bosque primario. |
Sobre las 9:30 h. regresamos al hotel en Bislig para recoger
el equipaje, ducharnos, comer y salir en furgoneta en dirección al
aeropuerto de Davao, donde llegamos después de 5 horas de viaje, a primera
hora de la tarde y con tiempo suficiente para comer tranquilamente, facturar
nuestras maletas y montarnos en el avión que en algo más de una hora nos
llevaría a Cebú. Llegamos al aeropuerto de Cebú de noche, y en el transcurso
del desplazamiento al hotel comprobamos la enorme diferencia que había entre
algunas islas del archipiélago en infraestructuras y nivel de vida.
Cebú City
representaba la típica ciudad asiática llena de rótulos
luminosos, con tráfico denso, numerosos locales de diversión, hoteles,
tiendas ... y altos edificios. Nos alojamos en habitaciones individuales en
el hotel Royal Pensione (10º18.730’N, 123º53.785E, 40 m.).
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